Me recosté y me puse a leer todas esas notas y cartas que te he escrito, todas y cada una de ellas; las medité, y sin mucho que pensar, acepté que no sólo me gustas, y que no sólo te quiero, sino que mi sentir va más allá de lo que pudiera expresar, aún con el léxico más amplio del mundo entero.
Porque cuando digo que te extraño, hablo no sólo de tu presencia, sino de todas esas cosas que implica estar contigo, el estómago hecho remolino, la cabeza a punto de explotar, el corazón acelerado y mi mirada desorbitada.
Porque cuando digo que te quiero, no me refiero únicamente a estar besando tus labios o abrazando tú cuerpo, ni siquiera hablo de acariciar tus mejillas. Hablo de escucharte, molestarte, a picar tú panza y reír como locos, a rayar tus libretas y escribir en ellas notitas como niña pequeña.
Cómo me gustaría darte a entender todo esto, pero necesitaría de toda una eternidad para poder darte una pista de cuánto te quiero, de cuanto me encantas y de lo mucho que quiero estar y ser contigo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario